Hola que tal ¿como te ha ido el día? Bien gracias, algo cansada pero no he tenido grandes problemas hoy, ¿y a ti que tal te ha ido? Pues bastantes líos de todo tipo, esto no marcha, parece como si estuviera todo amarrado por cadenas y no hay manera de que las cosas se vayan solucionando. No te preocupes todo irá fluyendo poco a poco, las cosas no van bien en ningún lugar del planeta en estos momentos, hay que tener paciencia. Pues sí, es cuestión de tiempo, y así pasaban los días, pero bueno... en los momento de debilidad y sabores amargos intentaban resetear sus memorias para darle otro aroma al sabor amargo del día.
Y así continuamente, pero nadie era consciente de que aquella historia no era nada fácil, lo peor de todos es que parecía ser que el propio enemigo se encontraba en casa, así que un día el amargor fue tal magnitud que ahora había un problema serio y no sabía los aderezos que había que poner para arreglar aquella situación.
Su abuela era cocinera, la mejor cocinera de aquella comarca decían, el negocio que regentaban era tan conocido en su pueblo que hasta Lola Flores que pasó para hacer una gala en una ocasión, quedó prendada de aquellos aromas que se podía oler y que tanto le gustaron. Aromas tan auténticos que todavía se recuerda después de tantos años.
Recordaba cuando de pequeña marchaba al pueblo a pasar sus vacaciones de verano, todas las mañanas iban a la plaza de abasto juntas, muy tempranito, cuando todavía olia a mojado aquellas mañanas tempraneras. A la vuelta, se ponían a cocinar las dos juntas, su abuela la enseñaba a hacer las cosas, como limpiar el pescado, aderezar y aliñar, partir la cebollita pequeñita, empanar chuletas, hacer tortillitas con las sobras, se aprovechaba todo y mientras la pequeña le preguntaba ¿abuela por qué tus comidas están tan buenas y huelen tan bien? y ella le exlicaba y le decía que el truco estaba en la calidad de la materia prima que debía ser de calidad, que en la cocina no había que ir con prisas y por supuesto todo debía de ser a fuego lento...
Pero su nieta sabía, que además de todo aquello que su abuela le contaba, había una magia en aquellas manos que lo hacía todo especial, por eso, le daba aquel punto a cada cosita que podía preparar haciando que los aromas que se olían en aquella casa fueran tan especiales que no se podían olvidar aún con el paso de los años...
Como la vida misma…
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