Releía cada escrito, cada párrafo, cada coma, recordando con mirada perdida la sensación de aquel momento, recuerdos sinceros, la inquietud de una mirada escondida que con cada amanecer venía a descubrir la sorpresa del día con el aroma y el sabor de un adolescente. Sumergida entre lineas, descubrió el lugar secreto sumergido en la espalda de cada rincón que inventó cada ilusión. Poco a poco, fue construyendo un altar para subir al cielo con ayuda de aquellas bailarinas de seda que guardaba en la alcoba que tanto tiempo mantuvo cerrada. Releía cada escrito, cada párrafo para encontrar el brote de la semilla que hacía brillar aquellas retinas separadas por algún lugar.
Releía.... mientras susurraba al cielo, por si alguien pudiera estar escuchando, que no manchara con lo de siempre cada escrito, cada párrafo, cada coma ...
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