Para mis pequeñas:
Había una vez una princesita llamada Anyelina que comía flores. Le encantaba desayunar margaritas tostadas con azúcar, al medio día... se iba al jardín del palacio y se comía una docena de rosas rojas, por la tarde... lo que mas le gustaba merendar eran unos tulipanes enormes que había cerca del la pila de patos, y por la noche... lo que casi le volvía loca era aquella ensalada de claveles blancos con un poquito de sal.
Sus padres estaban muy preocupados, los pediatras no entendían nada, pero la salud de la princesita Anyelina era excelente. El problema es que todos la consideraban una persona extraña y nadie quería relacionarse con ella. Su mejor compañía era una cabrita llamada Carlot, que también comía flores, con lo cual, salían las dos a buscar las mejores flores mientras jugueteaban.
Al cabo del tiempo... los padres de la princesita decidieron que tenía que estudiar en el extranjero, ella no se queria ir sin su cabrita Carlot, pero en aquellos colegios tan carísimos no admitían a cabritas. Los padres convencieron a la princesita para que entendiera la situación y ella, con todo el dolor de su corazón, aceptó.
A los pocos meses... llamaron del colegio "aquel tan carísimo", a la princesita Anyelina la ¡habían expulsado! el motivo, no era otro que ¡no había dejado ni tan siquiera una sóla flor en aquellos jardines que rodeaban al colegio!. Los padres atónitos, se dirigieron al Director argumentándole que ella era princesita y que no podían hacerle eso, pero aquello no lo convenció, además, decía que no querían a gente tan rara en su centro y que había recibido muchas quejas de la mayoría de los padres. Así, que decidiron volver a palacio con la princesita.
El reencuentro con su amiga la cabrita Carlot fue maravilloso, era con quien realmente se sentía feliz y contenta. Los padres decidieron que tenían que hacer algo referente a los estudios de la princesita, así que decidieron contratar a un prestigioso profesor para que viniera diariamente a impartir sus clases a palacio.
Mientras la princesita recibía sus clases, la cabrita Carlot miraba por la ventana y escuchaba cada lección todos los días del año. La cabrita Carlot ¡era tan inteligente!, que cuando se dieron cuenta la cabrita Carlot empezó a hablar en inglés y francés, a leer y a hacer cuentas. ¡Aquello era un palacio de los locos! ¡Una princesa que comíaaaaa flores! ¡y una cabrita que hablabaaaa idiomas y tomaba lecciones!.
Ellas eran diferentes a todos o tal vez todos eran diferentes a ellas, pero daba igual, ¡eran tan felices! y disfrutaban tanto de cada momento del día, que no les importaban los chismorreos que se escuchaban sobre ellas.
Al cabo de los años, la princesita Anyelina se casó con el dueño los mejores viveros de europa, ¡era taaaannn feliz! ¡aquello era el sueño de su vidaaaaaa! entonces decidieron que la cabrita Carlot como era tan inteligente se encargaría de contar y controlar todas aquellas plantas tan exóticas. Era la cabrita de confianza, pero había un problema, de diez flores que contaba siempre se comía una, ¡es que estaban tan buenaaassss!. Así que siempre faltaban flores y nunca cuadraba la contabilidad.
Un día, el marido de la princesita Anyelina se enfadó muchísimo por todo aquello, se puso muy furioso, el solo pensaba en ganar dinero y dinero ¿y sabéis que paso? pues que la cabrita Carlot decidió marcharse de aquel lugar. Entonces la princesita Anyelina se puso tan triste, tan triste... que ya no tenía ganitas ni de comer margaritas, ni aquellos pacíficos enormes, ni nardos, ni nada de nada. Además, empezó a ponerse muy triste porque su marido empezó a no ser nada cariñoso con ella, se volvió un gruñón, siempre estaba enfadado, solo pensaba en trabajar y trabajar...
Así que ¿sabéis que paso? pues que la princesita Anyelina se marchó de aquel lugar, buscó a su mejor amiga y decidieron entre las dos montar un vivero ¡súper precioso! que llamarían "Flower Princecabrity", y aunque... ¡nunca jamás serían capaces de cuadrar la contabilidad!, fueron felices...y comieron en este caso... ¡miles y miles de flores de colores sin perdices!

Sus padres estaban muy preocupados, los pediatras no entendían nada, pero la salud de la princesita Anyelina era excelente. El problema es que todos la consideraban una persona extraña y nadie quería relacionarse con ella. Su mejor compañía era una cabrita llamada Carlot, que también comía flores, con lo cual, salían las dos a buscar las mejores flores mientras jugueteaban.
Al cabo del tiempo... los padres de la princesita decidieron que tenía que estudiar en el extranjero, ella no se queria ir sin su cabrita Carlot, pero en aquellos colegios tan carísimos no admitían a cabritas. Los padres convencieron a la princesita para que entendiera la situación y ella, con todo el dolor de su corazón, aceptó.
A los pocos meses... llamaron del colegio "aquel tan carísimo", a la princesita Anyelina la ¡habían expulsado! el motivo, no era otro que ¡no había dejado ni tan siquiera una sóla flor en aquellos jardines que rodeaban al colegio!. Los padres atónitos, se dirigieron al Director argumentándole que ella era princesita y que no podían hacerle eso, pero aquello no lo convenció, además, decía que no querían a gente tan rara en su centro y que había recibido muchas quejas de la mayoría de los padres. Así, que decidiron volver a palacio con la princesita.
El reencuentro con su amiga la cabrita Carlot fue maravilloso, era con quien realmente se sentía feliz y contenta. Los padres decidieron que tenían que hacer algo referente a los estudios de la princesita, así que decidieron contratar a un prestigioso profesor para que viniera diariamente a impartir sus clases a palacio.
Mientras la princesita recibía sus clases, la cabrita Carlot miraba por la ventana y escuchaba cada lección todos los días del año. La cabrita Carlot ¡era tan inteligente!, que cuando se dieron cuenta la cabrita Carlot empezó a hablar en inglés y francés, a leer y a hacer cuentas. ¡Aquello era un palacio de los locos! ¡Una princesa que comíaaaaa flores! ¡y una cabrita que hablabaaaa idiomas y tomaba lecciones!.
Ellas eran diferentes a todos o tal vez todos eran diferentes a ellas, pero daba igual, ¡eran tan felices! y disfrutaban tanto de cada momento del día, que no les importaban los chismorreos que se escuchaban sobre ellas.
Al cabo de los años, la princesita Anyelina se casó con el dueño los mejores viveros de europa, ¡era taaaannn feliz! ¡aquello era el sueño de su vidaaaaaa! entonces decidieron que la cabrita Carlot como era tan inteligente se encargaría de contar y controlar todas aquellas plantas tan exóticas. Era la cabrita de confianza, pero había un problema, de diez flores que contaba siempre se comía una, ¡es que estaban tan buenaaassss!. Así que siempre faltaban flores y nunca cuadraba la contabilidad.
Un día, el marido de la princesita Anyelina se enfadó muchísimo por todo aquello, se puso muy furioso, el solo pensaba en ganar dinero y dinero ¿y sabéis que paso? pues que la cabrita Carlot decidió marcharse de aquel lugar. Entonces la princesita Anyelina se puso tan triste, tan triste... que ya no tenía ganitas ni de comer margaritas, ni aquellos pacíficos enormes, ni nardos, ni nada de nada. Además, empezó a ponerse muy triste porque su marido empezó a no ser nada cariñoso con ella, se volvió un gruñón, siempre estaba enfadado, solo pensaba en trabajar y trabajar...
Así que ¿sabéis que paso? pues que la princesita Anyelina se marchó de aquel lugar, buscó a su mejor amiga y decidieron entre las dos montar un vivero ¡súper precioso! que llamarían "Flower Princecabrity", y aunque... ¡nunca jamás serían capaces de cuadrar la contabilidad!, fueron felices...y comieron en este caso... ¡miles y miles de flores de colores sin perdices!
Y colorín colorado, este cuento... ¡se ha acabado!
hola soy la cabrita carlot,he estado leyendo tu cuento y me ha gustado mucho y que sepas que las flores que más me gustan son las margaritas, están exquisitassssssssssss!!!!
ResponderEliminarun besito.
CARLOT.
Jooo, ¡no sabes lo que me alegro que te haya gustado! Bueno, lo que si te puedo decir es que lo escribí con mucho cariño, así que te mando muchos, muchos, muchos cariñitos.
ResponderEliminarPara la niña mas guapa que conozco,
Angelines.-