Se empezaban a marchar poco a poco todos sus amigos de aquella cenita que preparó en casa, lo pasaron muy bien, despedidas, besos y mas besos. Alberto como siempre... tan educado, decidió quedarse para recoger todo aquello un poco con ella, entre risas seguian bailoteando la música que seguia sonado, de repente saltó una canción que a ella le fascinaba, así que ni corta ni perezosa pero con cara de pilla le pidió un ¿bailas? y el ... que no, y ella ¡que si!, y el ... ¡que no voy a bailar! y ella ¿como que no? venga...
Terminó convenciéndolo y empezaron a bailar aquella sintonía tan tierna en su salón, sólo acompañaba aquel momento una luz tenúe y algunas velitas, había tanto cariño entre ellos... sin darse demasiada cuenta se vieron envueltos en un momento mágico que los apartó del mundo real y sin saber muy bien por que... terminaron abrazados y mirándose a sus ojos sin poder de dejar de bailar "aquella tierna melodía".
Aquella noche no hizo falta que se besaran... ya se encargaron de hacerlo sus miradas.
Sus miradas...
La canción me gusta mucho. El texto también. Todo me parece que ya lo he escuchado antes. Gracias por el texto y por la canción. Besos. Evaristo Cadenas.
ResponderEliminarEl primer beso que se dan dos personas no es con los labios , sino con sus miradas.
ResponderEliminarJ.C.
¿Sus miradas...?
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