Aquella tarde Lucía se quedó en casa. Observó desde la distancia aquello que le rodeaba y empezó a entender muchas cosas. Necesitaba aislarse de todo y de todos, aquello era necesario, casi vital. Percibía que algo fallaba, sentía que alguna pieza se atascaba de vez en cuando y entonces era cuando le venía esa sensación de frustración. Sentía que lo tenía todo y otras veces que no tenía nada. Recibía mensajes desde lo mas profundo de su ser, pero no era capaz de entenderlos, se bloqueaba, tal vez no era eso, tal vez es que no quería entenderlos. Le consolaba aquella frase de un filósofo que había leído un día que decía: “Preocúpate el día que dejes de hacerte preguntas”. Prefirió dormir y pensar que mañana todo iría mejor. Bueno... igual es que necesitaba descansar o necesitaba unas pequeñas vacaciones.
A la mañana siguiente y sin pensarlo... decidió hacer un pequeño viaje, se reencontró con su mar, respiró con fuerzas para guardar en cada poro de su piel aquella energía que tanto y tanto necesitaba.
A veces... simplemente hay que hacer una pequeña paradita, maquillarse con la energía que cada uno de nosotros necesitamos para seguir caminando con buena cara, las malas caras están pasadas de moda, además ¡no favorecen nada!.
Lucía tal vez, era demasiado coqueta.
Angelines, G.L.
Todo el mundo necesita un respiro, una parada en el camino pero cuando el camino es verdadero, armonioso e íntegro no importa descansar, si te pierdes es beneficioso ser honesto, auténtico y receptivo para poder apoyarte en alguien que te ayude a retomar tu rumbo, pero elige cuidadosamente tu apoyo para evitar más daño.
ResponderEliminarJuan Carlos.
A veces también es necesario retomar el rumbo con uno mismo. Paradas para reencontrarnos con nosotros y así volver a subir para seguir paseando. Paseos que a veces nos parecen absurdos y otros tremendamente maravillosos.
ResponderEliminarAngelines.-