Aquel verano Alberto conoció a Ana. Todos los años Alberto y sus hijos pasaban las vacaciones en la Costa del Sol, con la única diferencia que era el primero que veraneaba separado. Ambos tenían hijos y muchas cosas en común que hicieron que entablaran una interesante conversación y una bonita amistad. Ana estaba entregada a sus hijos y tenía una muy buena relación con su ex pareja. Al finalizar el verano, no perdieron el contacto, se pasaron sus correos electrónicos y sus teléfonos.
Al poco tiempo, Alberto estaba invitado a una fiesta en la ciudad donde vivía , así que pensó que sería una buena idea que Ana le acompañara, la llamó para invitarla y ella accedió. Ana se trasladó de ciudad y pasó el fin de semana para acudir a aquella fiesta. Alberto le presentó a cantidad de personas y a un buen amigo suyo, un profesional de los medios de comunicación muy conocido públicamente, casado y con hijos. Ana se quedó prendada de aquel señor y sin saber como, ni por qué, terminó teniendo una aventura con el. Se volvió loca, la engatusó o tal vez se dejó engatusar.
Alberto estaba al tanto de todo aquello, ella se encargó de que supiera todo lo que le estaba pasando, el se convirtió de alguna manera en parte implicada para ayudar a que todo aquello pudiera mantenerse, actuando de tapadera, ayudando a que hubiera encuentros secretos y prohibidos.
Todo aquello unió todavía mas a Alberto y Ana, había un secreto que compartían, se hicieron inseparables amigos, el la estaba ayudando de alguna manera sin pensar mucho mas.
Al cabo de los meses, Ana quería que Alberto leyera todos los emails que su amante le enviaba y le dio su clave de acceso del correo electrónico para que los leyera, eran preciosos, el amante perfecto que toda mujer querría tener a su lado, estaba entusiasmada con aquella locura que estaba viviendo.
Sus encuentros eran siempre a escondidas, ella se trasladaba de ciudad en busca de su amante, en uno de sus traslados concretamente un día 13 de diciembre tuvo un terrible accidente de tráfico, estaba muy grave, estuvo ingresada en el Hospital luchando entre la vida y la muerte.
Alberto estaba aturdido y llamó urgentemente a su amigo para comunicarle lo que había ocurrido, con la sorpresa que lo escuchó pero en ningún momento se interesó, ni llamó para saber como seguía. Aquello era tan irreal que no podía dar crédito.
Al cabo de cuatro días, Ana falleció y nunca jamás tuvo una muestra de preocupación por parte de aquel amante que se había cruzado por su vida.
Al poco tiempo, Alberto estaba invitado a una fiesta en la ciudad donde vivía , así que pensó que sería una buena idea que Ana le acompañara, la llamó para invitarla y ella accedió. Ana se trasladó de ciudad y pasó el fin de semana para acudir a aquella fiesta. Alberto le presentó a cantidad de personas y a un buen amigo suyo, un profesional de los medios de comunicación muy conocido públicamente, casado y con hijos. Ana se quedó prendada de aquel señor y sin saber como, ni por qué, terminó teniendo una aventura con el. Se volvió loca, la engatusó o tal vez se dejó engatusar.
Alberto estaba al tanto de todo aquello, ella se encargó de que supiera todo lo que le estaba pasando, el se convirtió de alguna manera en parte implicada para ayudar a que todo aquello pudiera mantenerse, actuando de tapadera, ayudando a que hubiera encuentros secretos y prohibidos.
Todo aquello unió todavía mas a Alberto y Ana, había un secreto que compartían, se hicieron inseparables amigos, el la estaba ayudando de alguna manera sin pensar mucho mas.
Al cabo de los meses, Ana quería que Alberto leyera todos los emails que su amante le enviaba y le dio su clave de acceso del correo electrónico para que los leyera, eran preciosos, el amante perfecto que toda mujer querría tener a su lado, estaba entusiasmada con aquella locura que estaba viviendo.
Sus encuentros eran siempre a escondidas, ella se trasladaba de ciudad en busca de su amante, en uno de sus traslados concretamente un día 13 de diciembre tuvo un terrible accidente de tráfico, estaba muy grave, estuvo ingresada en el Hospital luchando entre la vida y la muerte.
Alberto estaba aturdido y llamó urgentemente a su amigo para comunicarle lo que había ocurrido, con la sorpresa que lo escuchó pero en ningún momento se interesó, ni llamó para saber como seguía. Aquello era tan irreal que no podía dar crédito.
Al cabo de cuatro días, Ana falleció y nunca jamás tuvo una muestra de preocupación por parte de aquel amante que se había cruzado por su vida.
Se limitó a usarla,no le hizo falta tirarla a la basura,
la vida se lo puso fácil,
un accidente se encargó de hacerlo.
Descansa en Paz.
la vida se lo puso fácil,
un accidente se encargó de hacerlo.
Descansa en Paz.
Basado en un hecho real,aunque todos los nombres han sido modificados para garantizar el derecho de la intimidad de las personas afectadas.
Angelines G.L.
En la vida es complicado saber quien está de tu parte , quien estará siempre a tu lado , a veces tienen que pasar episodios desagradables para darte cuenta de donde estan.
ResponderEliminarPero hay que jugarsela.
La vida... aún con sus episodios desagradables terminas sacando algo bueno. De eso estoy segura.
ResponderEliminarUn beso,
Angelines.-
Alberto, aún llora la pérdida de su amiga Ana. Alberto aún llora con pesar el haberse prestado para servir de tapadera de unos encuentros amorosos y confidenciales. Pero Alberto llora sobre todo por haber lanzado a su amiga Ana a los brazos del mismísimo demonio, que, a buen seguro, un día arderá en su propio infierno, aterrado eternamente por el fuego de sus miserables desprecios hacia el ser humano.
ResponderEliminarUff... me quedo sin palabras.
ResponderEliminarSólo podría decir que Alberto es una buena y bellísima persona.
Alberto aqui ni pincha ni corta , los actores son otros.
ResponderEliminarAlberto esta en la sombra , esperando a que llegue su momento, ayudando a su buena amiga pero...el destino hizo su tarea.Lidia
ResponderEliminarFin de la función, please.
ResponderEliminarUn beso para todos.
Angelines.-
Alberto estuvo en la sombra, haciendo lo que su corazón sentía que debía hacer para ver felices a los demás. El destino se encargó de hacer el resto. Tiene un inmenso pesar que le acompañará el resto de sus días: tener la senssación de haber sido el causante de tanta tragedia. Pero tiene un consuelo: el desear que esa miserable persona a la que no le hizo falta hacer como hace con los demás "tirar a la basura después de usar", cambie, abra los ojos y mire al frente, se arrepienta y cambie. Alberto sólo desea, ahora que su amiga desapareció, que la otra parte de la historia viva feliz, contento, y con un nuevo horizonte en el que las personas sean personas y no "cosas" a las que usar. Manuel
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