A la mañana siguiente, María salió con el maniquí a hacer algunas visitas, todo era fácil para ella, tenía presencia, sabía estar, una chispa que la hacía especial y de tonta no tenía un pelo. Así que al mes pasó a plantilla, podía con aquello y con mucho más. Estaba conociendo a mucha gente en aquel mundo de fantasmas y maniquíes. “Mientras más tenían, mas querían”.
Todo funcionaba facturando en negro, esa era la verdadera política de la empresa, pero lo que realmente le preocupaba era Julián. Veía algo distinto en su mirada, sabía que algo ocurría. Tengo que hablar con el, pensó, así que aquella noche le propondría algo, ¿Julián qué te parece si nos vamos a cenar juntos?; Lo siento María, esta noche he quedado con un cliente; ¡vaya, que pena!; lo siento María, ya sabes que los mejores negocios se cierran almorzando o cenando. Julián siempre estaba ocupado.
María necesitaba su espacio, su mejor aliada la música, se conformaba con poco para vivir, tenía que tener la cabeza ocupada, su alma tranquila y su espíritu despierto.
Le quedaban dos asignaturas para terminar Diplomatura de Enfermería de la que estaba matriculada por la UNED. En el momento que estuviera titulada se marcharía muy lejos con alguna ONG o con quien pudiera necesitarla de verdad.
Pasaron tres meses y todavía seguía instalada en la casa de Julián, los precios de los alquileres eran desorbitados, así que decidieron, que de momento, se quedaría hasta que saliera algún chollo.
Se esforzaba en su trabajo, salía poco, estudiaba mucho y tenía bastantes propuestas de conocidos que la invitaban continuamente a salir, normal…, era agradable, simpática, atractiva, como dirían los tíos, estaba buenorra, pero no estaba ella por la labor y menos de aguantar a chuflas.
Todo funcionaba facturando en negro, esa era la verdadera política de la empresa, pero lo que realmente le preocupaba era Julián. Veía algo distinto en su mirada, sabía que algo ocurría. Tengo que hablar con el, pensó, así que aquella noche le propondría algo, ¿Julián qué te parece si nos vamos a cenar juntos?; Lo siento María, esta noche he quedado con un cliente; ¡vaya, que pena!; lo siento María, ya sabes que los mejores negocios se cierran almorzando o cenando. Julián siempre estaba ocupado.
María necesitaba su espacio, su mejor aliada la música, se conformaba con poco para vivir, tenía que tener la cabeza ocupada, su alma tranquila y su espíritu despierto.
Le quedaban dos asignaturas para terminar Diplomatura de Enfermería de la que estaba matriculada por la UNED. En el momento que estuviera titulada se marcharía muy lejos con alguna ONG o con quien pudiera necesitarla de verdad.
Pasaron tres meses y todavía seguía instalada en la casa de Julián, los precios de los alquileres eran desorbitados, así que decidieron, que de momento, se quedaría hasta que saliera algún chollo.
Se esforzaba en su trabajo, salía poco, estudiaba mucho y tenía bastantes propuestas de conocidos que la invitaban continuamente a salir, normal…, era agradable, simpática, atractiva, como dirían los tíos, estaba buenorra, pero no estaba ella por la labor y menos de aguantar a chuflas.
(continuará...)
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