Hablando con su psicólogo en terapia… El le insistía muchísimo que en la vida hay que tomar decisiones drásticas, tomar caminos aunque sean dolorosos, hay que provocar los cambios, poner límites al tiempo porque nada se puede eternizar toda una vida. Porque ni tan siquiera la vida es eterna y hay que vivir para poder disfrutar y no sentir que uno está fracasado e infeliz, hay que tomar decisiones importantes para poder llegar al objetivo que tenemos todos: SER FELIZ. Cuando parecía que se iba avanzando y pensaban que ya se estaba llegando a la cima para saber que lo que tenía entre sus manos era complicado y le iba a traer más problemas que satisfacciones llegó el corazón y bajó todos los escalones sin saber muy bien por qué y para qué. Y ella se preguntaba ¿y ahora qué? Y ella misma se respondía… pues no lo sé. Tal vez lo único que que iba teniendo claro es que su corazón nunca más estaría para cumplir los objetivos de los demás, o complacer al resto, no se esforzaría para cumplir expectativas de otros, para complacer a gente que ni valora el gran esfuerzo que había que hacer para estar a la altura en muchas ocasiones, y por supuesto ya no volvería a sentir pena ni melancolía por personas que ni tan siquiera tenían un mínimo hacia ella. Ahora su corazón empezaría a sentir por él y para el, y así sería la única manera que se convirtiera en un corazón fuerte y curado que estaría preparado para vivir, porque daba la impresión que estuvo encadenado toda la vida sin saber vivir su historia real y ya iba siendo hora de empezar al menos a respirar profundamente y no sentir ningún tipo de prejuicios ante su propia vida. Aunque se había bajado… se olía aires de victoria.
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